Conversar con otros es crear y compartir un territorio que no tiene dueño.
La conversación se da tanto de manera oral como escrita. Conversamos con los presentes y con los ausentes, con los vivos o con los muertos. Frente a cierta cultura reinante, individualista y narcisista, la conversación supone que lo que creemos propio nace del encuentro con otro y se abre a alguien que, tal vez, llegará. Conversar implica una actitud de no posesión. Invita a asumir el cuidado de una cadena entre generaciones.
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