Daniel Goldin y Tere López Avedoy
¿Que las bibliotecas no tienen futuro? ¿Entonces por qué tanta euforia constructiva?
A finales del siglo XX era frecuente escuchar voces que anunciaban la extinción de las bibliotecas. Sin duda, esos augurios estaban emparentados con la inminente desaparición de los libros en papel y, de manera general, con la desmaterialización del mundo y las maneras en las que se transmitía y almacenaba la información y la cultura. Pero si nos atenemos a los hechos, las cosas no han sido así. Todo lo contrario.
Durante las primeras décadas del siglo XXI han proliferado concursos para la edificación de nuevas bibliotecas alrededor del mundo. Un dato aún más interesante es que esta revitalización se ha dado tanto en países con redes bibliotecarias consolidadas —tradicionalmente constructores de bibliotecas—, como en otros países que no solían edificarlas. Las hay grandes y pequeñas. Nacionales o locales, que se insertan en una red o que la inician.
La variedad de proyectos y la diversidad de los entornos es un dato duro. Las bibliotecas siguen siendo apuestas por el futuro, pues eso es una biblioteca que se construye. Si no fuera así ¿para qué proyectarlas y construirlas?
Nos alegra saber que algunos de los nuevos proyectos han surgido por iniciativas privadas, impulsados por organizaciones socialmente comprometidas. Jardín Lac Las Vizcaínas (JLV) es uno de esos.
Con afán de alimentar su construcción con la conversación, iniciamos esta serie de colaboraciones para conversar sobre propuestas arquitectónicas recientes. Nos enfocaremos sobre todo en proyectos que sí fueron edificados, aunque también hablaremos de proyectos que están por construirse.
Construir desde el reconocimiento
De la misma manera en que el comercio electrónico no eliminó la necesidad de centros comerciales (malls), sino que les reconoció otras funciones más allá de la mera compraventa, los nuevos proyectos de arquitectura muestran que las bibliotecas son espacios que cumplen diversas funciones sociales, no siempre consideradas desde el discurso bibliotecario.
Hace unas décadas, se podía clasificar a las bibliotecas públicas por su tamaño y ubicación: bibliotecas municipales y de barrio solían ser edificios más modestos que las llamativas bibliotecas nacionales. Hoy la clasificación debe ampliarse más allá de aspectos formales:
Por la diversidad de funciones, por ejemplo: bibliotecas, mediatecas, makerspaces (con talleres y espacios para la creación o manufactura).
Por la diversidad de acervos, en las que se incluyen: bibliotecas digitales sin libros, bibliotecas de arte, de herramientas, etc.
Bibliotecas con arquitecturas rígidas o flexibles, e incluso sin muros.
Por los vínculos con su entorno: parques biblioteca, y hasta bibliotecas que salen al jardín, etc.
Este replanteamiento toca a las pequeñas nuevas bibliotecas, pero también a las grandes y muy grandes. Se origina en parte por la transformación de los hábitos tecnológicos para la comunicación y acceso a la información, pero también porque se les ha repensado como espacios públicos.
Además de la construcción de nuevos espacios, estos retos han obligado a la remodelación de bibliotecas regionales y a repensar las grandes bibliotecas nacionales. Antes se decía que los arquitectos eran los peores enemigos de las bibliotecas, pero como se ha visto en estas décadas, pueden ser aliados, pues al dialogar con ellos los bibliotecarios nos vemos obligados a pensar en lo obvio —lo que tenemos ante nuestros ojos— y que no siempre vemos. Incluso, ya han surgido modelos de diseño participativo para trabajar directamente con la comunidad futura de usuarios.
Las propuestas bibliotecarias actuales parecen reinventar nuestras viejas tipologías de biblioteca nacional, regional, local, y comunitaria. Muestran vitalidad y se reproducen. Reciben a locales desde cortas o grandes distancias, pero también a turistas nacionales y extranjeros.
Se convocan concursos internacionales en los que prestigiosos talleres proponen relecturas del espacio bibliotecario delirantes, pero también se diseñan encantadoras bibliotecas, en zonas rurales y en zonas marginadas humildes, funcionales y hermosas.
Los nuevos proyectos incluyen tipologías tan curiosas como el recientemente concluido primer biblioteatro —que pertenece a un centro educativo—, o la primera gastrobiblioteca, cuyas actividades giran alrededor de una cocina, pero también surgen propuestas como los hoteles-biblioteca, de acceso restringido solo a clientes.
¿Más bibliotecas que nunca? ¡Bienvenidas al mundo!
En un rastreo [1] de nuevos proyectos arquitectónicos bibliotecarios que se han abierto a partir del año 2000 a la fecha elaborado por JLV, registramos alrededor de 300 nuevas bibliotecas públicas (no académicas) en casi 50 países y en aproximadamente 260 ciudades, localidades y asentamientos. Estados Unidos es el principal constructor de bibliotecas públicas en el mundo, seguido muy de lejos por España, Francia y Canadá. También en China, Corea del Sur y Japón, han comenzado a emerger proyectos, sobre todo en la última década.
Los proyectos bibliotecarios replantean el espacio interior, pero también sus vínculos con el entorno, próximos a centros comunitarios, casas de barrio, mercados, centros comerciales, centros cívicos y deportivos, a parques y a otros espacios culturales, como teatros, conservatorios, auditorios, centros culturales y de arte, etc.
Las bibliotecas no son solo espacios para almacenar y compartir obras ya creadas, sino lugares donde se estimula la creación individual o conjunta, se generan nuevos recursos y se potencia el uso compartido de lo público. Se definen como centros creativos y recreativos, para la investigación, la socialización, el juego, el ocio y la colaboración.
Aunque varían en escala y en intenciones, los diseños conservan la vocación de espacio público incluyente, abierto a recibir actividades diversas, incorporando sin aspavientos al mediaspace, talleres, estudios de producción de audio y video, y distintos recursos tecnológicos. Pero, sobre todo, se proyectan como lugares dispuestos a usos desconocidos, presentes y futuros. Incluyendo el juego.
Las bibliotecas se vinculan de maneras complejas con su medio ambiente
A nivel constructivo, surgen propuestas que utilizan sistemas pasivos de energía, o bien, que promueven espacios públicos con mayor contacto directo con la naturaleza.
Es notoria la continuidad de elementos tradicionales de la biblioteca, como espacios de consulta, con mesas colectivas y sillas, y espacios para la lectura, con sillones, salas y puffs, con la idea repetida de ser “salas de estar de la ciudad”. Pero también, dependiendo de la escala, los nuevos proyectos medianos y grandes incorporan servicios básicos como cafetería, áreas de recreo y descanso.
Es de resaltar que se ha abandonado completamente la idea arquitectónica de “biblioteca máquina”, que estaba más preocupada por funciones que por procesos sociales. Se diseñan espacios que incentivan relaciones horizontales, como por ejemplo las escaleras de socialización —no solo de circulación— que también funcionan como anfiteatros o como sitios para el ocio, el descanso o la lectura.
Bibliotecas sí, pero no sólo contienen libros, y a veces no los tienen
Curiosamente, muchas de las descripciones arquitectónicas enfatizan que la biblioteca “no es un contenedor de libros”, y ciertamente en la nueva arquitectura parece haber una ampliación de las formas de relación con los libros como objetos. Se privilegia la estantería abierta y accesible, que fomenta la relación directa y sin intermediarios entre usuario y libro. Aunque los acervos dan cabida a instrumentos, videojuegos, herramientas y hasta módems, los libros, y no las pantallas, se han convertido en protagonistas de los nuevos espacios.
En todo caso, la actividad constructiva parece haber desintegrado aquellos coros de finales del siglo XX que anunciaban el declive y la casi segura extinción de la biblioteca pública.
A lo largo de 2021, la Sección de Edificios y Equipamiento Bibliotecario de la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios y Bibliotecas (IFLA, por sus siglas en inglés) realizará tres webinars vía Zoom para invitar a reflexionar sobre nuevos enfoques en el diseño físico de estos espacios. Estarán disponibles en el canal de YouTube de IFLA, en el que ya está disponible la primera charla titulada Reinicio: la Nueva Narrativa, realizada el 25 de marzo de 2021.
El segundo webinar Espacios al aire libre como activos clave de la biblioteca se realizará el 6 de mayo de 2021 y presentará dos proyectos bibliotecarios ubicados en Europa y en Asia: la Biblioteca Universitaria y Campus de Savannakhet, Laos, y la Biblioteca Estatal de Berlín. Registro en sitio IFLA.
[1] El rastreo de nuevas bibliotecas se inició a partir de una decena de sitios especializados en arquitectura y diseño como arqa, archidaily, spa, akla, desingboom, arquine, admagazine, domus, código, global architecture, complementado con información de las páginas de los estudios de arquitectura y de los sitios web de las bibliotecas. Se trata de una base de datos compartida y colaborativa, que esperamos que siga en construcción, pues nuevas bibliotecas siguen apareciendo y queremos que también crezca nuestro conocimiento sobre ellas.
Te pueden interesar:
Comments