¿Qué podemos aprender de esta historia?,¿Que una lira lleva
más lejos que un arado o un martillo o un yunque?
Joseph Brodski
Estudios de neurociencia han demostrado que el oído es un elemento sensorial determinante en la formación de la mente consciente e inconsciente. Todo indica que escuchar es una de las condiciones para pensar: predispone al encuentro ético con los demás, agudiza nuestra percepción e incluso, un buen oído, puede anticipar lo que está por suceder.
Lo que no deja de ser interesante, además de pertinente, es indagar en lo que ocurre entre la percepción sensorial del oído (y, en general, del cuerpo) y el tiempo de descanso, de dormir y del sueño. No han sido pocos los que han encontrado en el dormir la inspiración de sus obras o las conjeturas para abrirse camino hacia insólitas revelaciones. Hay un sinfín de historias relacionadas con los sueños e incluso con especulaciones sobre los posibles objetos hallados en el mundo onírico. Bastan como ejemplo los relatos de Samuel Taylor Coleridge y Jorge Luis Borges o la confesión de Igor Stravinski, quien aseguró haber compuesto la consagración de la primavera después de escucharla en sueños.
Las preguntas aparecen enseguida: ¿Cómo es la percepción en estados de entresueño?, ¿Cómo nos afectan los aspectos biológicos y los ambientes sonoros en la conciencia?, ¿Qué pasa entre el soltar del cuerpo y el momento en el que cerramos los ojos?, ¿Qué sucede mientras dormimos?, ¿Se desintegra el yo?, ¿Quién es el que sueña?, ¿Somos los mismos cuando despertamos?, ¿Por qué nos afectan los cantos de cuna?, ¿Por qué los recordamos durante tanto tiempo y por qué nos conmueven profundamente?
El músico Max Richter compuso una interesantísima obra musical titulada Sleep, de ocho horas de duración. Justo como el ciclo del sueño. La obra explora las conexiones entre los procesos biológicos del sueño y la percepción del sonido. En esta insólita obra-concierto, la audiencia dispone de camas, sábanas y botellas de agua. No hay reglas, cada uno hace lo que quiere: duerme, medita, piensa, se distrae, divaga o contempla. La obra concluye en sintonía con las fases del sueño; naturalmente, a la hora del amanecer. Dos lenguajes en situaciones insólitas. Una experiencia que busca reflexionar y cuestionar la relación con el tiempo y la creatividad.
Esta obra funciona también como un llamado a poner atención a nuestra percepción, a los estímulos sonoros y ambientales, y es una excelente oportunidad para disfrutar del juego lento y libre de la mente y los sonidos. Diversos estudios neurológicos han demostrado que el sueño está lejos de ser un estado pasivo. Junto con David Eagleman, neurocientífico y profesor de Staford, Max Richter se ha abierto camino para intentar esclarecer el misterio de lo que sucede durante las etapas del sueño medio y profundo, y también en las angustiosas vigilias del insomnio. Es un hecho que cada vez sabemos más sobre las interrelaciones entre el ambiente, la memoria y la creatividad.
Max Richter es un artista-político interesado en el acontecer de su tiempo. Para él la conducta onírica y la percepción de las ondas sonoras, así como la postura del cuerpo, la somnolencia, los estados dinámicos de las hormonas, la memoria y la liturgia de cada individuo a la hora de dormir, no son de ninguna manera ajenos a los juegos del poder. Al respecto, Richter declara lo siguiente:
Para mí, Sleep es un intento de ver cómo ese espacio cuando tu mente consciente está de vacaciones puede ser un lugar para que la música viva.
La obra del compositor apunta en dirección al diálogo sobre un punto esencial en nuestras vidas: la conciencia y el tiempo lento.
Dormir es una de las actividades humanas más importantes. La obra es un tipo de manifiesto contra el desosiego y a favor de la calma, una declaración política muy importante.
Así que este viaje onírico de ocho horas es una tentativa por recuperar un espacio íntimo de calma, introspección y apertura de los sentidos. En una época en la que los sonidos alteran la experiencia del dormir, esta obra contrasta con la dinámica y con la inercia híperproductiva de las grandes metrópolis.
En Sleep escuchamos tonalidades bajas en la interpretación de un quinteto de cuerdas, un piano, un órgano, un sintetizador y la voz espléndida de la soprano Grace Davidson. Una voz que parece venir de lejos y que evoca a los cantos de cuna. Esa sonoridad que nos transmite amor y que nos recuerda que somos parte de una tradición hecha de sonidos y afectos que buscan reconciliarnos.
En algún momento, Joseph Brodski escribió que la música tenía la facultad de impactar el alma humana aún más que las herramientas de trabajo. Dormir y escuchar también pueden ser una práctica fértil y sutil para una vida mejor. La obra de Max Richter es, sin duda, una excelente oportunidad para habitar el tiempo del sueño y de la vigilia más conscientemente.
Richter se pregunta:
¿Existen formas en que la música y la conciencia pueden interactuar que no sea en estado de vigilia? […] ¿Puede la música funcionar como un estado creativo verdaderamente compartido?
En estos tiempos demandantes y complejos, vale la pena reflexionar sobre espacios y formas alternativas de creación y reflexión. No cabe duda de que la exploración del cerebro, el sueño y la música nos abren a nuevas perspectivas; es un territorio fértil para germinar nuevas preguntas.
Napoleón Estrada coordina desde hace varios años el Seminario de Pensamiento Contemporáneo en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.
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