Jardín Lac presenta en dos formatos, video y texto, la conversación mantenida entre Roger Chartier y Daniel Goldin los primeros días de agosto de 2020.
Eres muy bienvenido a Jardín Lac - Lectura, arte y conversación en (y para) el espacio público.
Como sabes, este jardín nació en pleno confinamiento, como una apuesta para crear un dispositivo que amplíe el espacio público a partir de la escucha y la conversación, dos actividades que tienen una historia y pueden fácilmente desvirtuarse. La escucha como una función sensorial centrada en el órgano auditivo, y la conversación como una concatenación de monólogos.
Jardín Lac está proponiendo la creación de espacio público a partir de la conversación entre diversos, muchos de los cuales están interesados en agendas que no siempre dialogan. Tú eres historiador. Del libro, la lectura, la cultura escrita, y, por tanto, del espacio público y la ciudadanía. Me gustaría iniciar esta conversación contigo con una pregunta aparentemente sencilla, pero que sé que tiene múltiples lecturas.
Considerando que muchos países del mundo todavía tienen restringida, de diversas maneras, la libre circulación de personas incluso en sus propias ciudades, ¿a qué debemos considerar hoy el espacio público? ¿Quién y cómo puede participar en él y qué tensiones enfrenta esto en un momento en el que se han puesto en crisis conceptos como lo íntimo, lo público y lo privado?
Desde el siglo XVIII fueron opuestas dos definiciones del "espacio público". La que supone la discusión y la deliberación entre personas reunidas en el mismo espacio social o institucional. La que, como en el caso de Kant y Condorcet, ubica la construcción de un espacio público sin presencia colectiva gracias a la circulación de lo escrito. Esta segunda definición privilegiaba el uso crítico y reflexivo de la razón que permite la lectura personal, privada, silenciosa. La primera definición retomaba el modelo de la ciudad antigua y pensaba el espacio público como el tejido de las instituciones de sociabilidad que eran los cafés, los clubes, las sociedades literarias, las logias masónicas, etc.
La pandemia, que impone un espacio público virtual, el espacio de las comunicaciones digitales, a expensas de los encuentros personales, en una experiencia compartida en un mismo lugar y en el mismo tiempo, podría dar realidad a la definición de Kant o Condorcet, que desconfiaban de las pasiones irracionales excitadas por las seducciones de la retórica.
Desgraciadamente, podemos observar que nuestro espacio público virtual, que por supuesto permite la transmisión de los conocimientos y la reflexión colectiva, es también un poderoso vehículo para la proliferación de las teorías más absurdas, de las falsas informaciones, de las manipulaciones de la historia. Y como dices, el mundo de las redes sociales transformó la definición y la práctica de las categorías más fundamentales: privacidad, intimidad, identidad, amistad, etc. Entonces, lo importante es entender la ambivalencia del recurso electrónico y rechazar la idea según la cual existiría una equivalencia, sin diferencia ni perdida, entre la lógica del mundo digital y la lógica del mundo de la cultura escrita, tanto manuscrita como impresa.
Lo que estamos viviendo con la crisis del Covid 19 acentúa muchos temores más o menos infundados acerca del fin del libro en papel (o incluso como unidad de lectura), una muerte anunciada desde hace décadas al menos. ¿Qué es lo inédito de esta situación?
Lo inédito fue (y todavía es) la imposición de un "todo digital" (o casi) para las comunicaciones formales o informales, las compras, la educación, las lecturas. Crecieron las ventas de libros online por poderosas empresas como Amazon (a pesar de los esfuerzos de algunas librerías para mantener su negocio) y aumentó la publicación de libros electrónicos (a menudo libros publicados previamente en papel). Y por supuesto se multiplicaron las lecturas de los libros, revistas y periódicos en su formato electrónico. Saber si esta situación excepcional impuso comportamientos que se volverán "normales" después del paroxismo de la pandemia no es posible todavía. Pueden generalizar evoluciones previas que mostraban la disminución de los hábitos de lectura, las dificultades de las librerías, la imposición de la lógica del marketing a la edición, y prácticas culturales exclusivamente digitales para una parte creciente de la población (15% en Francia en 2018). De ahí, la recurrente pregunta sobre la posible muerte del libro.
Debemos distinguir lo que puede acontecer con las dos naturalezas del libro. Como objeto impreso, el libro no existe más en la tecnología digital. Las pantallas no son libros. La muerte o sobrevivencia del libro tal como lo conocemos depende de su importancia en el mercado de libro (antes de la pandemia representaba 90 % o más de las ventas de libros en todos los países salvo Estados Unidos) y de la evolución de este mercado, amenazado por la disminución de las prácticas de lectura de libros impresos por los más jóvenes (y también por la disminución de las compras por parte de los lectores asiduos).
Pero el libro es también una forma de discurso, que tiene su especificidad y que supone una arquitectura textual en la cual cada elemento (parte, capítulo, parágrafo, etc.) desempeña un papel particular, en un momento dado de la narración o argumentación. Esta ubicación se vuelve más difícil en el mundo digital que impone lecturas fragmentadas, apresuradas, impacientes, que son generalmente las lecturas des las redes sociales. ¿Podrá el libro como discurso mantenerse, dentro o fuera de la tecnología digital, frente a este nuevo modo de apropiación y producción de los textos? No lo sabemos.
La crisis de la prensa, la alteración de los ritmos de circulación de los libros y de la socialización de ellos, pueden ser vistas también dentro del mismo paradigma que ha alterado las formas de comprender la conversación como principal alentandor de la vida pública, y alentar una vida pública en la que prevalece el monólogo o los diálogos de sordos. ¿Qué tensiones ves? ¿Qué zonas de oportunidad en esta? ¿Qué factores son lo determinantes para trazar una historia de la conversación?
Me parece que el modelo clásico de la conversación tiene tres raíces: las deliberaciones cívicas de las ciudades de la Antigüedad, las prácticas de las sociabilidades letradas entre los siglos XVII y XIX, y los debates científicos, literarios o políticos en las sociedades contemporáneas. En cada una de estas formas de conversación se encuentra la búsqueda racional de la verdad.
Desde la Grecia antigua existe un vínculo fuerte entre razón y democracia, conocimiento y decisión.
Desde la Grecia antigua existe un vínculo fuerte entre razón y democracia, conocimiento y decisión. Este ejercicio supone no solamente la urbanidad de los intercambios de argumentos, sino también una relación crítica con el discurso, que exige comparaciones, validación, pruebas. Este modelo de la conversación está puesto en peligro cuando el criterio de verdad está desplazado desde la averiguación crítica de los enunciados hasta la confianza ciega en el lugar de su enunciación. Es lo que pasa con las redes sociales que difunden "verdades" recibidas como tales por los miembros de una misma comunidad de usuarios. De ahí, nacen las certidumbres fanáticas, el odio para los que no creen en las informaciones y afirmaciones, la violencia de las palabras.
La única protección sería una pedagogía de lo digital que se debe enseñar en las clases, en los medias, en las redes mismas, que hoy en día parecen más conscientes de su responsabilidad. Debe transmitirles a los usuarios más frecuentes de la redes digitales la necesidad de la incredulidad, del control y de la comprobación, de la duda sistemática y del respeto del conocimiento. No es tan fácil imponer esta necesidad frente a la continuidad textual de las pantallas.
Tú siempre has iluminado la libertad del lector, condicionado de diversas maneras, el lector siempre tiene un reducto de libertad. Ahora has señalado que no tenemos que caer bajo el dominio del algoritmo. Pero ciertamente esta crisis está amenazando a escritores, editores, prensa, librerías e incluso bibliotecas… ¿Es posible hablar de democracia sin esos espacios para la cultura escrita? ¿Es factible defender esas redes sin la participación de los estados?
La tiranía del algoritmo, que establece lo que el consumidor, el lector, el ciudadano, quiere, piensa, desea, es la lógica de la "edición sin editores", del "marketing" en el mercado del libro, de las manipulaciones de las opiniones. Toda la estrategia comercial está fundamentada sobre esta lógica, tal como la estrategia política de los demagogos. Reduce el individuo a una serie de datos y así puede satisfacer sus gustos sin plazo ni error. Impone la tentación del "click" que hace encontrar inmediatamente lo que se busca.
La lógica del mundo impreso es totalmente diferente. Es una lógica del viaje, del pasaje, entre las estanterías de una biblioteca, los espacios de una librería, los textos de una página del periódico. Se encuentra así lo que no se buscaba, lo que se ignoraba.
La lógica del mundo impreso es totalmente diferente. Es una lógica del viaje, del pasaje, entre las estanterías de una biblioteca, los espacios de una librería, los textos de una página del periódico. Se encuentra así lo que no se buscaba, lo que se ignoraba. Propone al lector salir de sus hábitos, alejarse por un tiempo de su "habitus" (para retomar la noción de Bourdieu). Proteger esta posibilidad de lo inesperado, de lo sorprendente, es una tarea que deben compartir los lectores, que deben resistir a la facilidad del click y comprar libros en las librerías, visitar las bibliotecas, preferir lo impreso a su reproducción digital, y los poderes públicos, cuya obligación consiste en decidir las medidas que pueden ayudar a los editores para que mantengan su capacidad de provocación estética y su exigencia intelectual, a las librerías para que no desaparezcan, y a las bibliotecas para que se abran a un nuevo público y nuevas prácticas.
Tomar estas decisiones (subvenciones, préstamos garantizados, exenciones fiscales) es urgente si se quieren salvaguardar las instituciones y espacios imprescindibles para el acceso al conocimiento verdadero, la deliberación democrática y la experiencia compartida de la belleza.
Crédito del tema músical usado para cortinilla introductoria de Jardín LAC: Lovira. (2012). Cute percussive. En Experiments [de Free Music Archive]. Con Licencia Creative Commons: Atribución-CompartirIgual 4.0 Internacional (CC BY-SA 4.0).
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